Este año va a ser de lo más gafapastico, y si
todo va como se prevé, quien sabe si mi amigo Ismael vera como alcanzo nuevas
cotas de frikismo, superando la barrera del nivel 60 con creces.
Uno de los acontecimientos más esperados por los
aficionados a la buena música en general y los amantes de la ópera en general,
es el bicentenario de Wagner y Verdi.
Fue en el año 1813 cuanto estos dos monstruos de
la opera vinieron al mundo, Wagner se fue en 1883 y Verdi en 1901.
Su “rivalidad” fue una constante en esa época de
fogosos nacionalismos. Partidarios de unos y otros se lanzaban a acalorados
discursos, pues no es menos cierto que representaban dos mundos operísticos diametralmente
opuestos.
Verdi, fue combustible musical de los procesos
revolucionarios del nacionalismo italiano, llegando al punto en el que se ponía
en las calles VIVA VERDI! Que era una manera velada de decir “Vittorio
Emanuele Re D'Italia”
Wagner por su parte, influenciado
de la filosofía Alemana, se lanzó a la construcción de lo que el definía como
el arte definitivo, el drama lirico, cargado de simbolismo político revolucionario
y filosófico, como una gran metáfora musical de la sociedad decimonónica.
Personalmente os recomiendo una novela, que a mí me resulto
muy entretenida e ilustrativa de los últimos años de estos dos monstruos de la música,
se titula, como no podía ser de otro modo “La novela de la Opera” y es de Franz
Werfel. Si podéis, leerla, no defrauda.
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